A 36 años de la promulgación de la Constitución Política de Nicaragua (09 de enero de 1987), la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, anunció en la apertura del período legislativo 2023 que iniciará una "campaña" para "promover permanentemente" el respeto y cumplimiento de la Carta Magna del país centroamericano. Un anuncio que resulta, si cabe, hipócrita y chocante, cuando el órgano estatal ha reformado seis Artículos del texto de carácter jurídico-político para favorecer el avance de la dictadura y el hiperpresidencialismo de Daniel Ortega.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
El más reciente episodio del mundo paralelo en el que los Ortega-Murillo y sus funcionarios quieren que la ciudadanía crea se registró la noche del lunes 09 de enero en el Centro de Convenciones Olof Palme de Managua. El órgano Legislativo, con quórum de Ley y la presencia de todas las instituciones y poderes del Estado de Nicaragua, anunció que iniciará una "campaña permanente" para realizar estudios sobre la Constitución Política y promoverla en todo el territorio nacional.
"En el año en el que vamos a conmemorar el 44 aniversario de la Revolución Popular Sandinista (Revolución de Nicaragua); el año 17 de la segunda etapa de la Revolución (cuatro períodos consecutivos de Ortega en el Ejecutivo)... ...hemos asentado en estos 36 años el orden constitucional, el orden establecido por la Constitución de la Revolución. En esta legislatura, los diputados iniciaremos un trabajo permanente, una campaña permanente para dar a conocer y estudiar, y promover el respeto a la Constitución Política de la República de Nicaragua", explicó Gustavo Porras Cortés, médico y sindicalista que preside al Legislativo nicaragüense desde 2017.
El funcionario sandinista no brindó más detalles al respecto. No sé sabe de que tratarán los estudios o la campaña para escudriñar y promover la Constitución, pero no se pueden descartar más reformas.
Para ajustarse a los intereses nauseabundos de Daniel Ortega y su proyecto dictatorial desde 2007, llamado por Porras como "la segunda etapa de la Revolución", el Legislativo ha modificado la Constitución Política de Nicaragua de cabo a rabo: en octubre de 2020, con un párrafo extra en el Artículo 37, se aprobó la cadena perpetua; en 2014 fue eliminado el Artículo 147, que regulaba la reelección presidencial; en 2014, modificando el Artículo 48 se establece el "diálogo y consenso" con el sector empresarial; también en 2014, modificando el Artículo 150 se atribuye al Presidente dictar decretos ejecutivos de aplicación general, y se anula la obligatoriedad de la entrega del informe anual de la Presidencia y la Vicepresidencia; entre otras alteraciones desde entonces.
"Las reformas del 2014 fueron mucho más concentradoras de poder que las constituciones de la época de la dictadura somocista, incluso", comentó a Confidencial en 2021 el académico Carlos Tünnermann Bernheim, excoordinador de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, y exrector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
No obstante, durante su alocución este 09 de enero, Porras explicó el mecanismo que la Asamblea Nacional y todas las instituciones y poderes del Estado nicaragüense han ejercido durante los últimos años: obedecer sin contrapesos al Ejecutivo, representado en Ortega.
"El principal valor cultivado y desarrollado en nuestra Asamblea Nacional es la coherencia, la cohesión y la unidad de todos sus miembros, de las fuerzas políticas representadas, y de las acciones realizadas. Unidad como nicaragüenses; cohesión de los intereses nacionales frente a los intentos injerencistas e interventores. Pero indiscutiblemente en nuestro modelo es la unidad y la cohesión, y la coherencia, entre todos los poderes del Estado, subordinados a unos mismos intereses, los del pueblo nicaragüense. Conducidos por la fuerza de la Revolución y por el jefe del Estado de Nicaragua y Presidente de la República, Comandante Daniel Ortega Saavedra", dijo Porras, antes de cederle el micrófono al dictador nicaragüense, quien parece aún no estar recuperado de su trifulca copresidencial.
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