Es evidente que, en el contexto actual, la estrategia de endeudamiento del régimen sandinista lleva al país centroamericano a un callejón sin salida. Las inversiones en infraestructura y energía son fundamentales para el desarrollo sostenible, pero sin la supervisión adecuada y con un enfoque centrado en la corrupción y la represión, el futuro de Nicaragua se vislumbra sombrío, cuando la deuda con China ya es de 919 millones de dólares tras un nuevo préstamo para energía solar.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
El lunes 15 de julio de 2024, la Redacción de COYUNTURA reportó cómo la deuda con China crecía hasta entonces, mientras Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) sigue restringiendo las exportaciones a Nicaragua. Entonces, la deuda contraída con el gigante asiático solo durante el presente año superaba los 849.2 millones de dólares. El régimen sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha intensificado -poco menos de tres meses después- su búsqueda de financiamiento externo mediante la suscripción de nuevos préstamos millonarios, principalmente de entidades chinas. La firma de un acuerdo por 502 millones 316 mil yuanes (equivalentes a 70,55 millones de dólares) por parte de Bruno Gallardo, jerarca del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, para comenzar el mes de octubre, destaca esta tendencia. Este nuevo endeudamiento, firmado el jueves 03, tiene como objetivo financiar el Proyecto de Construcción de la Planta Fotovoltaica para la Operación de los Sistemas de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (ENACAL) ENESOLAR 3, ubicada en Masaya.
Laureano Ortega Murillo, hijo de los dictadores y asesor presidencial, subrayó que este proyecto tendrá una capacidad de generación de 70 megavatios y una inversión total de 83 millones de dólares. Con este nuevo financiamiento, el régimen busca consolidar un plan energético que incluye otros proyectos de energía solar en colaboración con empresas chinas. Ortega Murillo destacó que con este nuevo acuerdo, Nicaragua sumará tres proyectos de energía solar que, en conjunto, alcanzarán una capacidad de 200 megavatios, contribuyendo así a la seguridad energética del país.
Este nuevo préstamo no es un caso aislado. En los últimos meses, el régimen ha incrementado significativamente su endeudamiento con entidades chinas, elevando su deuda externa total a 919,72 millones de dólares en solo este año. Este fenómeno genera preocupación en el contexto económico y social de Nicaragua, donde la población sigue enfrentando múltiples desafíos, incluidos el desempleo y la falta de servicios básicos.
La analista y defensora Haydée Castillo, en declaraciones a Nicaragua Investiga, advirtió que la carga de estos préstamos recae sobre los ciudadanos nicaragüenses actuales y las futuras generaciones, que se verán obligadas a enfrentar las consecuencias de un endeudamiento que parece destinado a sostener un régimen cada vez más aislado. Castillo también criticó la falta de supervisión sobre la ejecución de estos proyectos, cuestionando su verdadero beneficio para la población. "No hay auditorías para verificar cómo se utilizan los recursos. Podrían estar destinándose a la represión y a enriquecer a un pequeño grupo en lugar de mejorar las condiciones de vida de los nicaragüenses", afirmó.
La falta de transparencia en la gestión del dinero público ha alimentado la desconfianza de la ciudadanía hacia un régimen que, a pesar de su retórica sobre el desarrollo, ha sido acusado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y de consolidar un sistema de control y represión política.
La búsqueda de financiamiento por parte del régimen Ortega-Murillo se ve exacerbada por la reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, de vetar cualquier solicitud de financiamiento al régimen en organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Esta decisión es una respuesta a las violaciones a los derechos humanos que se han documentado desde el inicio de la crisis social, política, humanitaria e institucional en abril de 2018. Biden instruyó a los directores ejecutivos en estas instituciones a votar en contra de cualquier préstamo que solicitara el régimen nicaragüense.
La prohibición de financiamiento es un fuerte golpe tanto político como económico para Ortega, quien ha estado utilizando la narrativa de una supuesta guerra económica para justificar su creciente endeudamiento con aliados como China. Esta nueva situación limita aún más las opciones de financiamiento para un régimen que ha visto cómo se han cerrado las puertas de cooperación internacional.
China como último -y nuevo- recurso
Ante este panorama, el régimen ha tenido que recurrir a China como su principal fuente de financiamiento. La estrategia es clara: fortalecer los lazos económicos con un aliado dispuesto a otorgar préstamos a pesar del contexto internacional adverso que enfrenta Nicaragua. En este sentido, el régimen ha suscrito varios acuerdos de financiamiento en los últimos meses, incluidos préstamos por 282 millones de dólares para proyectos de infraestructura y respuesta a emergencias naturales.
El análisis de la situación actual revela que por mucho la dependencia de financiamiento chino puede ser problemática. Según el economista, exprecandidato presidencial y expreso político, Juan Sebastián Chamorro, aunque la administración sandinista aún tiene acceso a algunos recursos para ejecutar proyectos, estos suelen venir con condiciones severas y de alto riesgo financiero. "China no ofrece financiamiento sin consecuencias. Los términos suelen ser draconianos, y el régimen nicaragüense está cada vez más expuesto a estas condiciones", advirtió.
A medida que el régimen se sumerge más en esta espiral de endeudamiento, las consecuencias para la economía nicaragüense son inciertas. Los economistas advierten que la creciente dependencia de préstamos de países como China podría llevar a una mayor inestabilidad económica en el futuro. Esto se suma a un escenario donde la falta de transparencia en el uso de los recursos y la opacidad en la gestión gubernamental agravan la situación.
Marco Aurelio Peña, otro economista consultado en estos días, enfatizó que esta estrategia de financiamiento está vinculada a un cálculo geopolítico y una lucha por la supervivencia política del régimen. "A medida que se cierran las puertas en el ámbito internacional, Ortega y su gobierno se refugian cada vez más en aliados como China, Irán y Venezuela. Es un intento desesperado por mantenerse en el poder", señaló.
La carga de esta política de endeudamiento y la falta de financiamiento de organismos internacionales recaerán inevitablemente en la población. Mientras el régimen continúa firmando acuerdos de préstamos, la mayoría de los nicaragüenses siguen luchando por acceder a servicios básicos como educación, salud y seguridad. Esta situación se torna crítica, ya que el estado de la economía no solo afecta la vida diaria de los ciudadanos, sino que también limita las oportunidades de desarrollo y crecimiento.
Con el peso del endeudamiento y la creciente presión internacional sobre el régimen, el futuro de Nicaragua parece incierto. Las decisiones que tome el gobierno en los próximos meses no solo influirán en su permanencia en el poder, sino que también definirán el rumbo económico del país y la calidad de vida de sus ciudadanos. La capacidad de las y los nicaragüenses para hacer frente a esta crisis dependerá en gran medida de cómo se gestionen los recursos y de la voluntad del régimen para priorizar el bienestar del pueblo sobre su propia permanencia en el poder.
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