En varias comunidades del país centroamericano la vida de las parroquias ahora está limitada a solo misas durante el día, y otras hacen nada más la de cada domingo. Así es como la administración sandinista, con persecución y temor, está desolando a la iglesia católica en Nicaragua.
Por Redacción Central | @CoyunturaNic
Madriz, Nicaragua
En Nicaragua, la iglesia católica está siendo víctima de ataques constantes, persecución, encarcelamiento y el exilio forzado de sacerdotes, además de la prohibición de las actividades religiosas tradicionales y la vigilancia permanente de paramilitares en los templos y sus alrededores, evitando así hasta la salida de figuras religiosas en sus acostumbradas procesiones, impedidas antes solo por la pandemia de Covid-19. Esta situación ha llevado a que gran parte de la feligresía católica opte por dejar de asistir a las misas y otros eventos religiosos, generando una preocupante desolación en las parroquias y templos de numerosos municipios del país centroamericano.
Según un monitoreo realizado por esta Redacción, en las ciudades cabeceras de los departamentos de Nueva Segovia, Madriz y Estelí, las iglesias católicas lucen vacías durante las acostumbradas misas de la mañana, especialmente los domingos. Las y los cristianos católicos ya no asisten por "temor al constante acoso e intimidación" ejercidos por los órganos represivos del régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, particularmente contra el catolicismo en Nicaragua y la oposición política. "Por temor a lo que le está pasando a nuestros sacerdotes", dice una fuente anónima, quien se encarga de los eventos religiosos del templo católico del municipio indígena de San Lucas, en el departamento de Madriz.
Aunque muchos fieles continúan apoyando económicamente a las iglesias mediante aportaciones voluntarias, han dejado de asistir a las misas y a las actividades organizadas debido a la situación que enfrentan el país y los sacerdotes católicos.
Esta realidad se repite en el municipio indígena de San José de Cusmapa, también en Madriz, donde las actividades de recolección de fondos para mejorar la infraestructura del templo quedaron suspendidas. La población de las comunidades rurales evita reunirse, ya que la Policía Nacional -recientemente reformada por la Asamblea Nacional para convertirle en el guarda espaldas del Ejecutivo y sus intereses- les ha advertido que podrían ser arrestados si realizan eventos.
Incluso las misas han visto una disminución considerable de asistentes, lo cual profundiza el ambiente de temor y desconfianza entre los fieles.
Los propios sacerdotes también sufren en silencio. Debido a las constantes amenazas que reciben por parte del régimen sandinista, se han vuelto cautelosos al dar las misas, ya que estas son vigiladas por personas afiliadas al partido oficialista. Además, muchos fieles están dejando de asistir a las misas y a las reuniones que antes se realizaban para organizar más ceremonias religiosas y eventos para recaudar fondos destinados a mejoras en los templos y parroquias. "Ya nadie quiere hacer nada", comentó una fuente eclesiástica a inicios de julio.
Los sacerdotes consultados sobre esta situación prefirieron mantener el anonimato debido a las amenazas de encarcelamiento que han recibido directamente de los jefes de la Policía local.
El temor de la gran mayoría de los católicos radica en la posibilidad de que algunos templos religiosos cierren sus puertas en el norte del país.
Varios sacerdotes ya han manifestado su decisión de abandonar Nicaragua debido a la persecución y las amenazas de encarcelamiento. Además, enfrentan serios problemas para cumplir con los compromisos económicos propios de las iglesias, templos y parroquias, ya que el régimen ha ordenado el congelamiento de todas sus cuentas.
Existen gastos mensuales que deben ser cubiertos, como los servicios de agua y luz, el personal de limpieza y mantenimiento de los templos, así como la alimentación de los sacerdotes y sus ayudantes. Es necesario garantizar otras necesidades básicas, pero la situación actual dificulta la resolución de estos problemas debido a las restricciones impuestas por el régimen. A pesar de ello, los católicos continúan apoyando con lo que pueden para solucionar las necesidades y desafíos que enfrenta su iglesia.
En algunos templos, únicamente abren sus puertas durante las misas matutinas, que tienen lugar a las 05:00 a.m., y luego cierran durante todo el día, volviendo a abrir en la tarde, a las 05:00 p.m., para celebrar otra misa. Esta reducción en los horarios de apertura refleja la disminución de la participación de los fieles y la tensa atmósfera que se vive en las comunidades católicas de Nicaragua.
La situación que enfrenta la iglesia católica en Nicaragua es preocupante y requiere la atención tanto de las autoridades nacionales como de la comunidad internacional. La persecución y el acoso a los sacerdotes, así como la prohibición de las actividades religiosas y la intimidación a los fieles, atentan contra la libertad de culto y los derechos humanos fundamentales. Es imperativo que se respete la libertad religiosa y se garantice la seguridad de los creyentes, para que la iglesia católica en Nicaragua pueda cumplir con su labor pastoral y seguir siendo un pilar espiritual y social en la comunidad.
Con información de Voces En Libertad
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