En el laberinto político de Nicaragua, donde las alianzas y lealtades son tan cambiantes como las mareas, surge la figura imponente de Ana Julia Guido. Desde las montañas guerrilleras hasta los pasillos de la Fiscalía General de la República, su camino está marcado por una férrea disciplina, una lealtad inquebrantable y un autoritarismo que parece no tener fronteras. Conocida por muchos como la "fiscal de hierro" del régimen sandinista, Guido ha desempeñado un papel crucial en la represión estatal y en la consolidación del poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Su historia es una intrincada mezcla de rudeza, persecución, luchas revolucionarias y un controvertido ascenso en la jerarquía del poder nicaragüense.
Por Jairo Videa | @JairoVidea
Managua, Nicaragua
En el pequeño municipio de Nandaime, en el departamento de Granada, un evento de relevancia nacional tuvo lugar el sábado 12 de agosto de 2023. En una Sesión Especial de la Asamblea Nacional, controlada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Ana Julia Guido fue juramentada, por segunda ocasión, como la nueva fiscal general de la República de Nicaragua, junto con su adjunto, Julio César González. La ocasión coincidió con el 154 aniversario del fallecimiento del Héroe Nacional, general José Dolores Estrada, y marcó un paso más en la carrera de Guido, una figura polarizante, cruda y ruda en la política y el sistema legal del país centroamericano.
La elección de Guido como jerarca del Ministerio Público no fue un proceso exento de controversia. Con 89 votos de apoyo, Guido asumió el cargo, mientras que González obtuvo 87 votos, de un total de 92 legisladores. El evento se vio envuelto en un aura de solemnidad y honra al legado del general Estrada, quien representó, según el oficialismo, "la lucha histórica del país contra la intervención extranjera". Una tarea que Guido ha encabezado desde abril del año 2018, cuando, junto a la Policía Nacional y el aparato de justicia, comenzó la investigación y judicialización de opositores políticos, activistas, estudiantes universitarios y líderes campesinos, considerados por la administración sandinistas como "traidores a la Patria" y "terroristas".
A pesar de que los colaboracionistas Partido Liberal Constitucionalistas (PLC) y Partido Liberal Independiente (PLI) presentaron entre ambas fuerzas un total de cinco candidatos, la Comisión Especial de Carácter Constitucional creada por el Legislativo considera que, por recomendación del Ejecutivo en manos de Daniel Ortega y su copresidenta y esposa Rosario Murillo, Guido es la única idónea para seguir en el cargo, tras ocho años como jerarca del Ministerio Público, y un total de 16 años dentro de dicha entidad.
En este perfil, exploramos los entresijos de su vida y carrera, desde su época como guerrillera hasta su controvertida, implacable y feroz gestión como fiscal general de Nicaragua, tejiendo la historia de una mujer cuya vida ha estado entrelazada con la historia política de su país de una manera que pocos podrían haber anticipado.
No solo se sienta en la mesa con Ortega y sus funcionarios. Guido es una de las burócratas más leales del sandinismo que encabeza el mandatario en su cuarto período consecutivo en la Presidencial.
Trayectoria y antecedentes
Ana Julia Guido ha emergido como una figura influyente en el entorno político y legal de Nicaragua. Su ascenso a la Fiscalía General ha estado caracterizado por la controversia y la sospecha en relación con su lealtad y objetividad como funcionaria pública. Su comportamiento autoritario y su historia de militancia sandinista durante los años 70 han dejado una huella en su enfoque hacia el poder y la toma de decisiones, evidenciada en más de 800 procesos judiciales (acusaciones) que el Ministerio Público presidió desde julio de 2018 hasta marzo de 2023, según documentación recopilada por la Redacción de COYUNTURA.
La funcionaria sandinista ordenó, según fuentes relacionadas a la Policía Nacional y la Fiscalía, más de 200 investigaciones solo durante el año 2018, cuando la crisis múltiple que vive el país centroamericano estaba explotando en las calles y las instituciones estatales. Por otro lado, en los primeros tres meses de 2022, al menos 30 opositores al régimen Ortega-Murillo fueron judicializadas y declaradas culpables de delitos varios. Entonces, el Ministerio Público incluso condenó a los reos de conciencia de antemano, cuando el órgano y sus representantes les llamaron, en comunicados y medios de comunicación oficialistas, "criminales" y "delincuentes".
A pesar de que el Código Procesal Penal de Nicaragua establece la plena defensa, el derecho a ser considerado inocente hasta que se demuestre lo contrario, procesos orales y públicos -con presencia plural de medios de comunicación-, y el derecho a una tutela efectiva, el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia (CSJ), las cortes generales y tribunales de todo el territorio han seguido al pie de la letra las ordenes de Ortega y Murillo. Guido se ha encargado no solo de suprimir estos tributos. También su puesto le ha dado el poder de crear las causas de las que se ha acusado a las y los presos políticos, las cuales ni siquiera figuran en el sistema del Poder Judicial.
Guido proviene de una familia campesina de Matagalpa y sus raíces sandinistas la llevaron a unirse a las guerrillas que luchaban contra la dictadura de Anastasio Somoza.
La experiencia guerrillera de Guido la dotó de cualidades como la disciplina, la sumisión a la jerarquía y un enfoque autoritario que, en aquel contexto, eran vistos como virtudes para la lucha política y militar. Sin embargo, estas cualidades se han convertido en un tema de debate en su papel como líder en la Fiscalía General y su relación con el régimen de Daniel Ortega, a quien complace con una plena asistencia a sus eventos especiales, militares y partidarios, sin tener en cuenta que la justicia debe ser parcial e independiente de los otros Poderes del Estado nicaragüense.
La carrera de Ana Julia Guido incluye el servicio en la Policía Nacional, donde escaló rápidamente en las filas debido a su lealtad y sumisión a sus superiores, según detallan fuentes consultadas por el equipo de COYUNTURA -dentro del órgano armado- bajo completo anonimato. Aunque su nombramiento como fiscal adjunta fue controvertido en el año 2007, con cuestionamientos sobre su falta de experiencia jurídica y su mentalidad policial, Guido demostró una devoción autoritaria y un enfoque disciplinado desde el principio de su carrera en el Ministerio Público. También en el cuerpo policial.
Nacida el 16 de febrero de 1959 en el seno de una familia campesina estrechamente vinculada con el FSLN, su camino en el movimiento revolucionario comenzó temprano.
Guido se unió al FSLN a través del contacto con exguerrilleros y se convirtió en una leal colaboradora de la causa. Su historia se entrelaza con su familia, cuyos padres eran considerados "colaboradores históricos" del FSLN, proporcionando refugio a guerrilleros en su propiedad. Dos de sus hermanos también se unieron a la lucha guerrillera, pero lamentablemente murieron en combate.
Uno de los momentos más destacados de su participación en la lucha revolucionaria fue su papel en el asalto a una agencia rural del Banco Nacional de Nicaragua en el año 1974, en el cual participó como parte de un grupo guerrillero bajo las órdenes de Juan de Dios Muñoz. Después de enfrentar encarcelamiento, Guido continuó su compromiso con el Frente Sandinista. Fue nombrada subdirectora de la Policía Nacional durante el Gobierno de Enrique Bolaños, y con el respaldo del FSLN, ascendió a la posición de fiscal general de la República en 2014, desempeñando un papel crucial en el sistema de justicia penal de Nicaragua hasta la fecha.
Un liderazgo polarizante y subordinado
La personalidad y estilo de liderazgo de Guido han generado opiniones polarizadas en Nicaragua, entre los funcionarios y operadores de justicia, y en la comunidad internacional. Su historial de acusaciones y persecuciones políticas ha llevado a críticas y condenas por parte de administraciones extranjeras, así como de defensores de los derechos humanos y periodistas independientes en Nicaragua.
Guido es señalada por participar en la represión estatal contra manifestantes, comunicadores, activistas, líderes estudiantiles y campesinos, exprecandidatos a la Presidencia de Nicaragua y hasta religiosos, tal es el caso de monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Arquidiócesis de Matagalpa.
Por orden directa del Ministerio Público, el sistema de justicia nicaragüense tiene "prohibido" admitir recursos legales e impugnaciones, señala una exfiscal, ahora en el exilio. Esta respuesta represiva a las protestas populares, a la disidencia y a los derechos penales de la ciudadanía continúa causando preocupación a nivel internacional y regional, y provocó sanciones por parte de países como Estados Unidos, Suiza y Canadá contra Guido.
Su cercanía a Daniel Ortega y su "plena voluntad" por cumplir las órdenes del régimen sandinista han colocado a Ana Julia Guido en un alto puesto en el engranaje clave del aparato represivo en el país. Aunque en un primer momento Guido pareció actuar en busca de una solución justa en los casos relacionados con las manifestaciones iniciadas en abril de 2018, según detallan algunos medios de comunicación, su enfoque se desvió hacia la persecución política y la fabricación de pruebas en favor del régimen.
Sumisión y autoritarismo selectivo
La dualidad en la personalidad de Ana Julia Guido es una característica distintiva de su carrera. Mientras que su estilo autoritario y malhumorado la convierten en una figura temida y resistida por sus subordinados, por otro lado, su sumisión y lealtad a Daniel Ortega y Rosario Murillo la hacen en una pieza confiable en el esquema de poder del régimen. No por nada es la favorita para encabezar la persecución judicial contra todas y todos los que no se "acoplen" al sandinismo de ahora.
La figura de Guido está marcada por su capacidad para ejercer control y autoridad sobre sus subordinados, incluso en situaciones donde sus decisiones se desvían de lo establecido por la ley. La lealtad a Ortega y Murillo parece haber eclipsado el compromiso de la actual fiscal general con el Estado de Derecho y la justicia imparcial, como lo manda la Constitución de Nicaragua.
Un legado controversial
El legado de Ana Julia Guido en Nicaragua se caracteriza por su papel en la persecución política y la represión estatal. Su historia como guerrillera sandinista y su ascenso en las filas del poder le han otorgado una perspectiva particular en su enfoque hacia la justicia y la legalidad. "Eso es indudable", señala una fuente cercana al Ministerio Público. A pesar de los cuestionamientos sobre su idoneidad y su relación con el régimen, Guido ha demostrado una disposición a cumplir las órdenes de sus superiores, incluso si eso significa socavar los principios democráticos y el respeto a los derechos humanos.
El nombramiento de Ana Julia Guido, una vez más, como fiscal general de la República de Nicaragua es un recordatorio de las complejas dinámicas políticas y de poder en el país centroamericano. Su historia como guerrillera y su estilo de liderazgo polarizante han dejado una marca en el sistema legal y político de Nicaragua, que será difícil contrarrestar, profundizando las interrogantes y la evidencia palpable sobre la independencia del Ministerio Público y la protección de los derechos fundamentales de las y los ciudadanos nicaragüenses.
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