El pueblo de Nicaragua dio una “extraordinaria lección de que quiere vivir en libertad, que quiere vivir en democracia”.
Por Voces En Libertad | @VocesNi
Elecciones 2021
Managua, Nicaragua
Más de 4.4 millones de nicaragüenses estaban invitados para participar de la fiesta cívica y elegir a las máximas autoridades del Ejecutivo y Legislativo. Ese ambiente se habría vivido el 7 de noviembre pasado si se hubiesen dado las condiciones necesarias de libertad y transparencia, pero el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo decidió que no fuera así.
Tras descabezar a tres partidos políticos, encarcelar a casi 40 líderes opositores, crear leyes represivas y controlar el Consejo Supremo Electoral (CSE), la pareja presidencial recibió el 75.87% de los votos válidos, según el tercer informe provisional del CSE con el 99.9% de las actas escrutadas.
Expertos señalan que la gran ganadora en este proceso electoral fue la abstención. Según el Observatorio Independiente Urnas Abiertas ésta fue de 81.5% en promedio nacional. El organismo desplegó a 1.450 personas distribuidas en 563 Centros de Votación en todo el país.
“Se ha llegado a la conclusión que el porcentaje de participación, calculado estadísticamente, no asciende del 18.5%. Naturalmente esta es una cifra escandalosa y sin precedentes para la historia política y social de Nicaragua. También se puede concluir que, precisamente, el porcentaje de abstención registrado para este proceso es de 81.5% en general”, detalló Pedro Fonseca, investigador de Urnas Abiertas.
Según Gonzalo Carrión del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, el pueblo de Nicaragua dio una “extraordinaria lección de que quiere vivir en libertad, que quiere vivir en democracia”.
Elecciones no cumplían con estándares internacionales
“El domingo 7 de noviembre no había opción de elección de acuerdo a los estándares internacionales del derecho a elegir y ser electo, de escoger entre competencia libre, transparente y observada. Como no hubo nada de eso el pueblo se manifestó dejando vacías la calles. Ese mensaje debe ser suficiente para la familia Ortega-Murillo que el pueblo de Nicaragua no lo respalda”, afirmó el investigador de Urnas Abiertas.
«Estos índices y estos porcentajes tan altos de abstención se pueden interpretar como una respuesta negativa hacia el discurso y posicionamiento político del régimen. Desde el principio del año el régimen ha tratado de afianzar la imagen de un proceso electoral democrático transparente y competitivo. Sin embargo, la ciudadanía le ha dicho no, le ha dicho ya no queremos formar parte de este juego, no creemos en tus instituciones, ya no creemos en estas estrategias que pretenden únicamente legitimar la posición política del Gobierno”, agregó Fonseca.
María Laura Alvarado del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), aseguró que la poca afluencia de personas en las urnas es un claro mensaje de los votantes a la administración del FSLN, que ya no está dispuesta a tenerlos dentro del Gobierno.
“Tuvimos un número histórico de abstención. Aquí viene a resaltar una verdad sumamente objetiva: Daniel Ortega y Rosario Murillo ya no representan a la ciudadanía nicaragüense, ya no representan a ese más del 80% de la ciudadanía que se abstuvo de salir a participar”, enfatizó.
Nicaragüenses no validan «acto bochornoso»
El defensor de derechos humanos asegura que la gran mayoría del pueblo de Nicaragua no validó el “acto bochornoso” en referencia a los comicios presidenciales. Lo calificó como un “verdadero fraude”, que Daniel Ortega y Rosario “no tienen derecho a gobernar porque está pendiente la cuenta de los crímenes de lesa humanidad que se mantienen en completa impunidad”.
“Este nivel de abstencionismo también se tiene que interpretar como un llamado para la comunidad internacional, que quede claro que la sociedad se ha organizado para observar estas elecciones, se quedó en sus casas registrando y monitoreando todas las irregularidades posibles y no ha formado parte de esta pantomima electoral», señaló por su parte Pedro Fonseca, investigador de Urnas Abiertas.
María Laura Alvarado, ratifica este postulado y comenta que los únicos ciudadanos que fueron “obligados a participar” de las votaciones del 7 de noviembre fueron los trabajadores del Estado y quienes se negaron sufrieron las consecuencias “por haber ejercido su derecho a no participar, a no legitimar este proceso”.
“Nicaragua está apostando a una vía democrática que únicamente se puede lograr a través de unas elecciones legítimas y transparentes. Sabemos qué es urgente salir de esta crisis, sobre todo, porque hay una necesidad histórica de refundar nuestro país”, finalizó diciendo la dirigente de UNAB.
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