En Nicaragua todo es impredecible. Nadie se imaginó que un incendio, el cual devoró parte de una de las reservas de biosfera más importantes de la región, iba a significar el despertar de una generación, y con ello la somnolienta conciencia de todo un pueblo. El 10 de abril de 2018 quedará registrado en la historia como la alborada que anunciaba una nueva etapa, la cual cambiaría por completo (y cabe remarcar el "por completo") la dirección del país.
Por Juan Daniel Treminio | @DaniTreminio
Managua, Nicaragua
El incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz, corazón de la Reserva de la Biosfera de Río San Juan, inició el 03 de abril de 2018 en una zona impenetrable. El fuego fue avanzando rápidamente y en 10 días consumió 6 mil hectáreas, que representan menos del 1 % de su totalidad (3,157 kilómetros cuadrados).
El 1 % resulta insignificante para los que no usan la razón, pero en realidad fue una catástrofe que destruyó el 7 % de los 447 kilómetros cuadrados del Refugio de Vida Silvestre en Río San Juan, el cual es un tesoro biológico intangible por su flora y fauna; dicha zona, tan valiosa e importante, fue la que tuvo los mayores daños. Era el santuario de los tapires y jaguares: animales que están en peligro de extinción.
El 18 de abril, horas antes del estallido social que cambiaría todo en el país, la Policía de Ortega presentó al campesino Miguel Ángel Díaz como el responsable del incendio. Según las investigaciones de la institución orteguista "el incendio se produjo por una fuente generadora de calor, en fase llama abierta", es decir, un chispero para encender cigarros. Esa fue la evidencia del delito: un encendedor. Hasta el momento nadie ha dado seguimiento al proceso de enjuiciamiento de Díaz.
Los incendios forestales no son ninguna novedad. Dichas eventualidades son parte del ciclo de vida de los bosques; sin embargo, el caso de Indio Maíz es muy delicado porque se trata de un incendio provocado que consumió miles de hectáreas. Si en Nicaragua existieran instituciones serias y beligerantes habría una investigación exhaustiva sobre el hecho, y no solamente eso; también habría un plan de reforestación y un plan ante posibles eventualidades similares. Pero, para una dictadura criminal, nada de eso es prioridad.
Lo feo, lo malo y lo bueno
Lo feo: la catástrofe en la Reserva Indio-Maíz dejó en evidencia, una vez más, la ineptitud de la pareja de dictadores y la indiferencia de una parte de la sociedad (unos sesgados con sus compromisos partidarios y otros con falta de interés en el asunto).
Lo malo: la misma ineptitud del régimen provocó que el incendio avanzara y consumiera las 6 mil hectáreas en el corazón de la Reserva, dejando en tela de duda sus intenciones ante posibles negocios ilícitos, por lo altamente codiciada que es la zona y su flora.
Lo bueno: las manifestaciones por Indio-Maíz demostraron el nivel de conciencia ambiental en gran parte de la juventud y la preocupación por la conservación de nuestro ecosistema, causando un sentimiento colectivo que puso las emociones a flor de piel.
Así comenzó la alborada
El lunes 09 de abril cientos de jóvenes nos organizamos a través de las redes sociales para manifestarnos el día 10, con el fin de exigirle al régimen de los Ortega-Murillo beligerancia y un actuar positivo ante la catástrofe ambiental que estaba ocurriendo. El punto de concentración sería el Monumento de Alexis Argüello, pero, como era de esperarse, dicho lugar fue invadido desde tempranas horas por la llamada "juventud de Ortega" o "JS". Ese 10 de abril se tomó la decisión de que el nuevo punto de reunión sería frente a la Universidad Centroamericana (UCA) a las 5 p.m.
Aproveché el espacio que dirigía en Radio Corporación para hacer las convocatorias e instar a que las personas se unieran a la manifestación. Al caer la tarde, uno a uno fuimos llegando. Personas que salían de sus trabajos, jóvenes de distintas universidades, conductores de taxis y hasta vendedores ambulantes se sumaron al plantón. De repente apareció el famoso "camioncito blanco" con altavoces y banderas, y Gaby "Vaca" llegó con su guitarra desenvainada. La convocatoria fue más que exitosa, sin embargo, previo a la actividad, en lo personal, no tenía muchas expectativas; pensé que iba a ser un plantón más donde en cualquier momento llegaría la Policía o las turbas.
El mensaje
"Señor, señora, no sea indiferente; se quema Indio-Maíz en la cara de la gente". "Alerta que camina, la lucha ecologista por Indio Maíz". "Si la patria es pequeña, uno verde la sueña". Esas eran algunas de las consignas que se pregonaban en el espacio. Existía la necesidad de dejar claro un mensaje, y así fue.
El tiempo avanzaba y nadie se quería ir; cada vez eran más personas. De repente se escuchó de fondo "Nicaragua, Nicaragüita", y, en unísono, todos los presentes comenzamos a cantar "a todo pulmón" como si se tratase de la canción "top" del momento. A lo lejos alguien levantó una bandera azul y blanco y muchos lo seguimos: las banderas se ondeaban al son de nuestras voces. Muchos nos vimos, con los ojos llorosos, y entendimos que el momento de despertar había llegado. Fue un sentimiento indescriptible. Luego de todo ese mar de patriotismo llegué a casa, con el pecho inflamado, pero me di cuenta que lo mejor de todo fue que era la primera y única manifestación en la que participé y no hubo represión por parte del régimen.
Al día siguiente había convocatorias masivas y simultáneas en diferentes ciudades del país. León, Matagalpa, Granada, Jinotepe, Somoto y Estelí, eran algunas de las ciudades en la cuales la gente se comenzó a organizar. Ese hecho, de realizar manifestaciones simultáneas en diferentes puntos del país, también marcó un precedente histórico; nunca antes se había hecho algo así, exceptuando algunos 8 de marzo, cuando algunas organizaciones de mujeres conmemoran su día.
El 12 de abril nos volvimos a reunir para otra manifestación, con el mismo objetivo. La idea era marchar hacia la Asamblea orteguista desde las afueras de la UCA. Inmediatamente fue convocada por el régimen una contramarcha con la misma ruta. Los jóvenes que pedíamos acciones contundentes en contra del incendio en Indio-Maíz cambiamos la ruta de la marcha. El jueves 12 de abril nos reunimos desde las 9:30 a.m. frente a la UCA; a esa hora, frente a nosotros, trabajadores del Estado, muchos policías y juventud orteguista, pasaron ondeando las banderas del partido de Ortega, pero no se dieron incidentes. Esperamos que pasara el último de ellos para arrancar nuestra marcha hacia el Monumento de Alexis Argüello.
"No que no, sí que sí. ¡Ya volvimos a salir!"
Caminamos gritando consignas y pregonando un mensaje por la naturaleza. Al llegar al monumento sentimos que habíamos logrado una de las más grandes hazañas; esa plaza tenía un valor "de oro" para el régimen de los Ortega-Murillo y nadie, nunca, se había atrevido a manifestarse en dicho lugar. Pero lo difícil estaba por venir: en cuestión de segundos llegaron policías armados en motocicletas y muchos jóvenes pro Ortega de una manera furiosa y violenta. A mí me tenían agarrado dos policías de las manos, pero logré zafarme a como pude. En cuestión se segundos estábamos rodeados por decenas de antimotines y detrás de ellos las turbas. ¡Había que correr!
La Policía orteguista nos empujó hasta el Edificio Pellas en Carretera a Masaya. Avanzamos, cantando y gritando consignas, hasta la gasolinera UNO frente al Colegio Teresiano y ahí concluimos la hazaña del día. Ese día no hubo muertos, ni heridos o desaparecidos, pero sí un fuerte rechazo y una condena masiva de gran parte de la sociedad nicaragüense a la represión irracional del Estado.
Un precedente marcado
La dictadura de Nicaragua había logrado reprimir y evitar todo tipo de manifestaciones, independientemente del tema o circunstancias, excepto las actividades de las iglesias evangélicas dirigidas por pastores aliados. El miedo podría ser una de las razones por las que la ciudadanía no se atrevía a manifestarse. Desde las protestas y la brutal represión de #OcupaINSS en junio de 2013 los jóvenes no se atrevían a ser protagonistas activos del cambio y la lucha social. Por ello fueron catalogados de apáticos e indiferentes.
Las manifestaciones por la Reserva Indio Maíz marcaron un precedente y quedó reflejada la importancia de las plataformas digitales como herramientas para el cambio social; es por tal razón que días antes del 10 de abril de 2018 los Ortega-Murillo revelaron su intención de querer censurar todos aquellos espacios digitales.
La conciencia verde y el mensaje de amistad y preservación de la naturaleza calaron nuestra generación. Luego de las protestas por Indio Maíz, el coraje de seguir luchando por una mejor sociedad nos dejó con ansias de seguir trabajando y manifestándonos. A los cinco días de la marcha, el régimen, a través de un decreto, aprobó "el paquetazo" de reformas al Seguro Social. La insurrección de la conciencia ya había iniciado. ¡Nuevamente a la calle!
Si hay algo de lo que me jactaré toda mi vida es de haber sido testigo, y parte, de ese momento histórico en la primera quincena de abril, luego de haber luchado durante tantos años, y de crear conciencia de la necesidad de libertad, por las constantes violaciones a los derechos humanos que ejecutaba el régimen de los Ortega-Murillo; de gritar cuando nadie gritaba... Lo dije: ¡El día por fin llegó!
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