La revolución ciudadana en Nicaragua ha tenido manifestaciones de violencia, pero desde lo personal, en mis 26 años de vida, nunca había atestiguado tanta violencia al mismo tiempo. Pero para efectos del presente artículo me quiero detener en un caso particular, como lo son los saqueos que han dejado enormes pérdidas económicas en pequeños y grandes comercios en todo el país.
Me ha generado un enorme nivel de desconfianza el surgimiento de los saqueos que no tenían precedentes en el país, esto hace cuestionarme: ¿Quién los promovió?, ¿por qué surgieron?, ¿con que objetivo?, y, ¿por qué nadie los detiene?
El MaxiPalí de la entrada de Sabana Grande (pista del Mercado Mayoreo) fue desmantelado totalmente | Fotografía de La Prensa por Jader Flores
Para encontrar respuestas a estas dudas me he tomado el trabajo de analizar varios aspectos que a lo largo de este convulso mes han sucedido en Nicaragua, y en lo que tiene que ver con los saqueos son demasiados sospechosos como para no ponerlos en contexto.
Como sociedad es urgente que superemos nuestra memoria de corto plazo, porque no es posible escuchar a ciudadanos que opinan en distintos programas televisivos sobre los saqueos, olvidando aspectos claves que nos permitan concluir el origen de los mismos. El siguiente recorrido de los hechos nos brinda elementos para el análisis y responder las anteriores preguntas:
El 21 de abril el presidente retrocede con las polémicas e inconsultas reformas a la Seguridad Social e invita a su antiguo socio, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), a una mesa de diálogo para llegar a acuerdos en materia de Seguridad Social, y de paso aliviar los niveles de violencia que se vivían en las calles de Managua producto de la represión estatal contra manifestantes universitarios, y que ya habían dejado los primeros muertos.
La respuesta del COSEP fue rechazar el dialogo en primera instancia, mostrando que la firme alianza que por once años había mantenido con el poder político había llegado a su fin; por lo tanto ante la negativa del empresariado surgen el 22 de abril los primeros saqueos. Fueron tiendas de electrodomésticos, supermercados y otros negocios en donde se abastece la mayor parte de la población y, entre otras tiendas, los primeros locales saqueados con un nivel destacado de organización.
Si bien es cierto que los enfrentamientos entre antidisturbios y estudiantes en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) era un verdadero campo de batalla, esto no generaba motivos para que la población se desbordara a saquear locales comerciales; por lo que tomando en cuenta que de modo inesperado surgen los saqueos, precisamente después de la negación del sector privado a dialogar es que me permito asegurar que fueron fomentados por el oficialismo.
Saqueos solidarios
Me permito usar el término de “solidarios” aludiendo a la palabra favorita del oficialismo. El surgimiento de estos saqueos es una clara estrategia para acorralar de alguna manera al empresariado y forzarlos a dialogar, con la esperanza de recuperar el “modelo de diálogo y consenso” donde deciden por el futuro del país, siempre asegurando los intereses compartidos.
Además el principal objetivo de estos grupos era el generar cierta incertidumbre en la población, pero sobretodo para deslegitimizar la lucha de los universitarios, haciendo creer que eran estudiantes los que realizaban los saqueos para darle peso al discurso de los medios oficialistas: que quienes se atrincheraban en los recintos universitarios eran delincuentes y querían “desestabilizar” al gobierno sandinista.
Los saqueadores arrasaron con todo a su paso a vista y paciencia de la Policía Nacional
En primera instancia los mismos pobladores denunciaron que desconocidos en motocicletas llegaban a los supermercados y tiendas con herramientas para abrir las puertas de los comercios e incitaban a la población a llevarse lo que pudieran. Lo que se esperaba de la Policía Nacional era que acudieran al llamado de la población y detuvieran a los saqueadores, pero brillaron por su ausencia, eso nos facilita otro insumo para afirmar que eran enviados por el oficialismo y por tal motivo la Policía no asistía a detenerlos.
El Palí que se encuentra contiguo a la sede central del Ministerio de Gobernación, fue el único caso en donde hubo presencia policial, pero ningún saqueador le mostraba importancia; se hicieron unos arrestos, más actuados que las novelas mexicanas, y hasta la fecha no se sabe a cuantas personas pusieron a la orden de un juez para responder por dichos delitos en esa ocasión.
Saqueos en vivo
Pero causa mayor asombro la velocidad con que los medios de comunicación a fines al gobierno se movilizaban a cada uno de los saqueos, como si ya supieran donde ocurriría el siguiente, o era mejor aún cuando los medios llegaban antes que los saqueadores, asegurando que “les habían reportado un posible saqueo en la zona”; minutos después se estaba llevando a cabo el delito en vivo y en directo desde el lugar de los hechos y donde las autoridades no hacían presencia.
Las imágenes con los rostros de los que delinquían fueron perfectamente captadas por los medios oficialistas y que son pruebas para procesarles por esos delitos, sin embargo no se mostró interés alguno por las autoridades de sembrar un precedente ante esos hechos, que hasta memes produjeron. Esto nos termina de convencer que en Nicaragua la justicia gira alrededor de los perversos intereses de los gobernantes.
Policías salvadores o saqueadores
No podemos olvidar que las redes sociales se vieron inundadas de imágenes que daban pruebas que los mismos policías participaron en los saqueos, llevándose colchonetas, televisores, comida y hasta motocicletas en las patrullas con las que se deberían de proteger a la población. Las autoridades policiales, al igual que los medios oficialistas, guardaron completo silencio; al menos esperábamos una investigación interna por parte de la policía para aclarar porqué sus integrantes no detuvieron los saqueos y simplemente participaron en el robo descarado a los comercios.
Según los medios de comunicación oficialistas, propiedad de la familia Ortega - Murillo, la Policía Nacional se encontraba resguardando a los ciudadanos
Personalmente pude deleitarme con la ineficiencia policial cuando saqueaban un Palí en la Carretera Norte, muy cercano a la antigua Siemens. Mientras los pobladores se despachaban con lo mejor que encontraban, los policías que pasaban por el lugar en una caravana pudieron ver lo que sucedía, y se les olvido sus funciones constitucionales de restablecer el orden y resguardar la seguridad pública.
Los ciudadanos acusaron, también, a la Policía Nacional de ser parte de los saqueadores y permitir los saqueos en todo el país | Fotografía tomada de Twitter
Cuando se dieron los primeros enfrentamientos en el Mercado de Artesanía de Masaya, fue del lado de donde disparaban los policías que empezó el incendio y los saqueos; este detalle fue omitido por los medios oficialistas al momento de cubrir la noticia y asegurar rápidamente que habían sido los delincuentes pagados por la derecha.
Y en los recientes eventos del 29 de mayo fueron saqueados más de 100 tramos del Mercado de Artesanía de Masaya, todo sucedió en la madrugada, pero el modo de operar fue violento, con mucha destrucción que misteriosamente no ocasionó ningún ruido que alertara a policías, vigilantes o vecinos del mercado. De la manera en que desbarataron los comercios se esperaba que el escándalo fuese un detonante para que la policía interviniera para evitar la delincuencia, pero nadie escuchó ni vio nada.
Algunos pobladores autoconvocados de Masaya lograron recuperar algunos de los víveres saqueados en Masaya | Fotograía de La Prensa por C.Torrez
Lo mismo sucedió en los comercios ubicados en la intersección de la Universidad Centroamericana (UCA) y la Universidad de Ingeniería (UNI), que en Canal 10 muchos de los propietarios se lamentaban de las pérdidas que iban desde USD $10,000 dólares en unos tramos, hasta USD $30,000 en otros. Pero en una de las entrevistas surge una situación curiosa que no es posible dejarla por fuera del análisis. La propietaria de la Librería La Facultad, comenta que le llamaron de la compañía de monitoreo de seguridad de su local para notificar movimiento en los sensores entre las 11 y 12 de la noche.
Al momento de la llegada del personal de seguridad al local antes mencionado, se encontraron con un cordón policial que les impidió el paso hacia el negocio para supervisar, a pesar que le hacen saber a los policía que se reportan movimientos dentro del local; al menos se esperaba que se sumaran en la supervisión para evitar saqueos que en días anteriores habían estado a la orden del día, y que como autoridad actuaran ante los hechos.
La entrevistada vuelve a insistir en que recibe una segunda llamada de la empresa de seguridad donde le comunican que nuevamente hay movimientos de alarma y se disponen a supervisar, dando como resultado la misma negativa de los policías en dar el paso o ellos mismos atender el caso. Al día siguiente la propietaria encontró todo su negocio saqueado, con pérdidas millonarias y sin autoridad que les acompañe en la investigación y denuncia.
Si al menos la Policía hubiese atendido la solicitud de inspección por parte de la empresa de seguridad, los saqueadores estuvieran tras las rejas y los pequeños empresarios sin las pérdidas con las que hoy cargan. Esto nos pone a pensar en una eventual complicidad en el delito por parte de agentes policiales, que no muestran interés en detenerlos pero sí de permitirlos para reforzar el discurso oficial de que son estudiantes manipulados por sectores políticos para crear caos en las familias.
Una década de impunidad
No es posible olvidar que por 11 años del actual Gobierno, las turbas y grupos de motorizados a fines han delinquido con toda la impunidad, incluso en frente de las mismas autoridades policiales, como lo fue el simpatizante que disparo a manifestantes frente al Consejo Supremo Electoral (CSE) hace unos años, o los motorizados que dañaron la entrada principal de la UCA para agredir a manifestantes contra las reformas al INSS.
Lo anterior nos brinda evidencia para que la desconfianza existente a las autoridades continué creciendo como la espuma, porque el presente artículo facilita indicios de complicidad, omisión e impunidad para los actores intelectuales y materiales, que ocasionan caos, promueven violencia e incertidumbre en una sociedad que ya se encuentra espantada por las muertes que no se detienen.
Tampoco espero pasar por alto que ciudadanos autoconvocados se han armado con palos, piedras y morteros, siendo también un riesgo a la seguridad pública, aunque esto sea para defenderse de la violencia estatal y de grupos parapoliciales cuyos fines son matar. También está la delincuencia común que no precisamente están financiados por la derecha, pero que aprovechan el contexto de inseguridad, crisis social, manifestaciones continuas y el irrespeto ciudadano hacia la Policía para llevar acabo sus actos delincuenciales.
Nos queda seguir demandando paz pero con justicia, que las autoridades públicas sean investigadas y condenadas por su grado de irresponsabilidad en las casi 300 muertes. Debemos también saber cuando la información en redes o en medios tradicionales es falsa o no termina de profundizar en la investigación, con pruebas contundentes que faciliten, al fin, castigar los saqueos; pero principalmente seguir apostando al Diálogo Nacional plural, transparente y democratizador del país.
GALERÍA | Saqueos en Nicaragua: