¿Se imaginan a Andrés Castro tirandole un pedazo de papel o una flor al filibustero que enfrentó en la Batalla de San Jacinto? O peor aún: ¿Qué sería de Nicaragua si él se hubiera quedado sentado en su casa en lugar de ir a luchar por nuestra patria?
Sé que suena ridículo pero es lo que estamos haciendo en la actualidad la mayoría de las y los jóvenes. Existen miles de herramientas tecnológicas que utilizamos para hacernos populares, conocer nuevas personas y hasta vender objetos que no necesitamos pero, ¿qué pasa con las herramientas que ayudan a derrocar tiranías y gobiernos obsoletos?
La Primavera Árabe es un claro ejemplo de como las y los jóvenes podemos utilizar las redes sociales digitales y todas aquellas herramientas tecnológicos y sociales para transformar nuestras realidades. Pero, ¿es necesario que pase algo como en Túnez? Mohamed Bouazizi fue despojado por la policía de sus objetos de trabajo y en respuesta, como símbolo para la juventud, se inmoló en forma de protesta.
En Túnez y otros países en donde se utilizó el mismo modelo (organizarse por medio de las redes sociales digitales), si funcionó debido a una sola razón: las personas pasaron de los escritorios, la comodidad de sus hogares y los textos en sus celulares a las calles y se convirtieron en verdaderos movimientos sociales.
Admito que en nuestro país existen personas que si trabajan por la nación pero el "activismo" que realizamos la mayoría es tan pobre y está estancado. No basta con organizar talleres y conservatorios para aumentar el pensamiento crítico o mencionar algunas cifras sobre la población; debemos de concentrarnos en parir ideas y realizar acciones que si mejoren las realidades que vivimos en Nicaragua y la región. ¡Empecemos por cambiar nuestros hogares, comunidades y territorios para luego cambiar el país, el continente y el mundo!
Debemos dejar de dar "me entristece" a publicaciones donde nos comentan sobre un nuevo femicidio o tuitear sobre una protesta a la cual no asistiremos y comenzar a ir a nuestras comunidades y trabajar, dándolo todo aunque no tengamos nada, para solucionar nuestros problemas.
Algo que tenemos que aprender de estas fechas es que si se puede cambiar Nicaragua pero no desde un asiento o solamente con acciones mediocres. Han pasado 161 años de esa gesta heroica en donde el mundo se entero que eramos un país unido y una nación que no estaba dispuesta a caer ante nada ni nadie.
Septiembre se convierte en un circo mediático de políticos y personalidades con una banderita azul y blanco pero que al momento de luchar de verdad por la República, por la cual aquellos indígenas de Yucul dieron su vida, no hacen nada.
Ésta es una batalla que comienza desde el escritorio y los celulares pero que debemos pasar al plano real y no estancarlo en el digital. Organizándonos, creando ideas, ejecutando acciones, saliendo a la calle, convirtiendo opiniones en hechos, expresando ideales para transformar mentalidades y opiniones machistas o individualistas y ejecutando actos sin temor. Es así como ganaremos la verdadera batalla en contra del gobierno, los problemas sociales, la pobreza como tal y otros dolores por los cuales pasa nuestra nación.
Yo sé que desde mi escritorio y en el celular tengo una voz pero esa voz se convierte en grito cuando tomo una roca y lucho por mis derechos y por ver a Nicaragua siendo una patria libre y democrática como la soñó Castro.